El consumo de cemento en España ha cerrado 2018 con un crecimiento del 8%, lo que sitúa la demanda doméstica del pasado año en torno a los 13,4 millones de toneladas, según el Barómetro del Cemento, elaborado por el departamento de Estudios de Oficemen.
Este incremento se sitúa en línea con las previsiones de Oficemen al cierre del primer semestre del pasado año, cuando ya se auguraba una caída respecto a los crecimientos de dos dígitos alcanzados en 2017. Del mismo modo, para 2019, el Departamento de Estudios de Oficemen, prevé un crecimiento entre el 3 y el 6%.
“2018 ha sido un año atípico, con altibajos en el crecimiento, que ha pasado de los dos dígitos con los que inició el año, rozando el 12%, a cerrar con tan solo un 8% de incremento, lo que supone un crecimiento de apenas un millón de toneladas en valores absolutos, manteniéndonos en niveles del año 1967”, explica el presidente de Oficemen, Jesús Ortiz.
Las exportaciones aceleran su caída
Por su parte, las exportaciones siguen perdiendo peso a la hora de paliar el reducido mercado doméstico para las 31 fábricas de cemento que operaban en el 2018.
La cifra de exportación hasta noviembre está en torno a los 8,1 millones de toneladas, con una caída cercana al 12%, motivada por la pérdida de competitividad del sector.
“En los últimos dos años, se han perdido casi 2 millones de toneladas de exportación, lo que equivale a la producción media anual de tres fábricas de cemento”, añade Ortiz.
Además, al incremento ya conocido de los costes eléctricos se ha sumado en 2018 el del precio de los derechos de emisión de CO2, que se han triplicado, pasando de 7,8€/t a 24,6€/t, con una media de coste anual que ronda los 16 €/t de cemento.
Urge una rápida concreción del Estatuto del Consumidor Electrointensivo
Por lo que se refiere a la variable eléctrica, la industria española soporta en la actualidad uno de los costes más elevados de Europa, que llegan a superar hasta en un 30% los de algunos países de nuestro entorno.
“Confiamos en que el Estatuto de la industria electrointensiva, impulsado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, palíe en parte esta problemática del sector. Es importante contar con una normativa que reconozca las particularidades de los consumidores industriales con un elevado uso de la electricidad, un elevado consumo en horas de baja demanda eléctrica y una curva de consumo estable y predecible que permite optimizar el coste del sistema en beneficio de todos los consumidores”, explica el presidente de Oficemen.
El Estatuto permitirá a la industria cementera, al igual que otras industrias electro-intensivas, disponer de medidas compensatorias equivalentes a las de países de nuestro entorno y competir en igualdad de condiciones en mercados exteriores.
En la actualidad, España es el primer exportador de cemento de la Unión Europea y el octavo a nivel mundial, posiciones que podrían peligrar de mantenerse los costes actuales.
La edificación supera a la obra civil en el consumo de cemento
Según el último informe “Construdatos” disponible del tercer trimestre de 2018, se ha revertido la tendencia en la serie histórica y el destino principal del consumo de cemento es la edificación que alcanza un 55% del mix, incluyendo la vivienda y la edificación no residencial, mientras que la obra civil pasa a suponer tan solo un 45%.
“Más allá de la progresiva recuperación de la vivienda, la causa de este giro es que la obra civil, principal segmento en volumen de construcción y destino del consumo de cemento, ha perdido peso en el mix en los últimos 10 años y absorbe menos de 6 millones de toneladas de cemento, cuando un nivel normal de actividad se situaría en el doble, en torno a los 12 millones”, explica Jesús Ortiz.
En 2018, el gasto del presupuesto destinado a infraestructuras de la Administración General del Estado fue el más bajo de los últimos 25 años, por debajo de los 6.000 millones, que contrastan con la media de 8.600 millones mantenida en dicho período. “Esta situación está deteriorando el parque de infraestructuras actual, que está quedando desfasado, al margen de que aún existen obras prioritarias en transporte, agua y medio ambiente que es necesario acometer por su importante valor socioeconómico. Por poner solo un ejemplo, las infraestructuras pendientes en cercanías, metro y vías urbanas proporcionarían un ahorro en desplazamientos de 120.000 horas/día”, explica el presidente de Oficemen.